lunes, 4 de junio de 2007

FÁRMACOS ANTIEPILÉPTICOS Y FUNCIÓN COGNITIVA

Conclusiones
El concepto epilepsia engloba una serie de síndromes diversos pero en cualquier caso bastante incapacitantes para la vida diaria de los pacientes. El contar con tan amplio arsenal farmacológico capaz en gran parte de los casos de mantener un control aceptable de las crisis ha mejorado muchísimo las expectativas de calidad de vida de estos pacientes. Sin embargo no hay que olvidar que el tratamiento farmacológico introduce un factor que puede interferir con esta calidad de vida.
De la presente revisión se desprende que todos los fármacos analizados interfieren en alguna medida con el funcionamiento cognitivo. Sin perder de vista el objetivo principal que es el control de las crisis, hay que evitar los factores que contribuyen a incrementar los efectos cognitivos nocivos: la politerapia y las dosis elevadas. La investigación ha demostrado que siempre que los niveles plasmáticos se mantengan dentro del rango terapéutico estándar y se evite el empleo simultáneo de más de un fármaco la interferencia que producen sobre la función cognitiva es leve.
Otros factores como la edad de los pacientes deben ser tenidos en cuenta a la hora de aplicar el tratamiento farmacológico.

Si bien los FAEs parecen tener un perfil similar de efectos cognitivos en niños y en adultos, en la población infantil es especialmente importante el tratar de evitar disfunciones cognitivas que pueden acarrear alteraciones del desarrollo o el rendimiento académico. Es importante asimismo, investigar la respuesta de sujetos de edad avanzada en los que los fármacos puedan incrementar déficits cognitivos preexistentes.

Ningún fármaco antiepiléptico, con la excepción del fenobarbital que muestra un perfil más nocivo que el resto en cuanto a efectos cognitivos, parece ser superior a los demás, por lo que ninguno de ellos puede considerarse el fármaco de elección en lo que respecta a la protección de la función cognitiva.
Por último, no todos los pacientes tienen la misma respuesta ante estos fármacos, ni la demanda sobre su funcionamiento cognitivo en la vida diaria es la misma para todos ellos. Por todo ello la sugerencia de que el tratamiento debe ser siempre individualizado en función de las necesidades y respuesta de cada paciente parece la conclusión más adecuada para este artículo.

M. E. Garrido
Instituto de Neurociencias "Federico Oloriz"
Universidad de Granada (España)

Correspondencia:
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http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol3num2/art_6.htm

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